Somos la orgullosa capital del Valle del Cauca y le agradecemos nuestro nombre al español Sebastián de Belalcázar quien el 25 de julio de 1536, echó los primeros fundamentos de la villa que denominó Santiago de Cali, en recuerdo del apóstol y del nombre de origen quechua dado al río Cauca por la tribu de los gorrones, que significa llanura. La palabra Cali o cari significa caribes y Belalcázar la tomó de los indígenas que llevó incorporados en sus tropas. Anteriormente el territorio que conocemos como nuestra desarrollada urbe era constituida por las tierras planas del valle geográfico que, eran en su mayor parte un territorio insalubre, cubierto de selva y de pantanos. Grandes haciendas de arquitectura señorial - que aún se conservan -, controlaban enormes extensiones abiertas a medias por esclavos entre los siglos XVI y XVII.
El producto principal ha sido desde siempre, la caña de azúcar, que se cultivaba cerca a los piedemontes y en las riveras protegidas. Cada hacienda tenía su trapiche y algunas desarrollaron tecnología para producir panes de azúcar, un producto escaso por el cual los consumidores de Europa pagaban altísimos precios. Detrás de la panela y el azúcar abundaba el aguardiente. Y detrás de los tres, se incubaba el espíritu fiestero. Sin embargo, los mejores suelos permanecían cubiertos de charcas y bosques, o servían principalmente como extensos potreros para cría, ceba y engorde de ganado. Por el tiempo en que se iban extendiendo las obras de contención, desecación, drenaje, sustitución de la ganadería por agricultura tecnificada, las regiones del Norte del Departamento y sus más cercanos vecinos - Quindío y Tolima- se vieron envueltos con máximo rigor en 'La Violencia', que asoló los campos hasta mediados de los sesentas. Santiago de Cali y el centro del Valle fueron receptores del éxodo campesino que llegó por millares, ofreciendo una oferta de mano de obra muy oportuna para la expansión, pero generando inmensos problemas sociales y urbanos. Ese, que sin duda fue el proceso de urbanización más explosivo vivido por ciudad alguna de Colombia, fue originándose una nueva dinámica industrial, a la que se asociaron desde el inicio varias firmas transnacionales.
La ciudad tuvo que asumir un crecimiento acelerado de los servicios y sacrificó gran parte de sus ricas tierras para dar cabida a los nuevos habitantes. Los caleños adoptaron un clima de hospitalidad apoyado en políticas de empleo, fortalecimiento de la Universidad, recreación, fomento del deporte y promoción de microempresas, todo lo cual se tiene hoy en Colombia como modelo para otras ciudades. Poco a poco se reordenó la vida urbana y se ha ido construyendo un emporio empresarial moderno, que empieza a proyectarse.
Santiago de Cali, como centro de comercio, cruce de caminos y posada de viajeros estaba rodeada de mangas, potreros y ejidos o terrenos comunales que la Corona Española había destinado a pastaje de semovientes y cultivo de pobres. Allí pacían los ganados que la proveían con carne y leche, también era la morada de las bestias utilizadas para transporte local y viaje a las haciendas. Igualmente roznaban bueyes, caballos y mulas de las recuas que acarreaban maderas, mercancías y víveres. La principal actividad económica era la ganadería y el suministro de azúcar, carne, panela, quesos y víveres a las poblaciones del Chocó y Minas de Oro de la costa del Mar de Balboa u Océano Pacífico. Ya se iniciaba una pequeña industrialización.
El casco urbano no era densamente poblado, se extendía desde el pie de la colina de San Antonio a la calle 24 y de la márgen derecha del río al camellón que conducía al corregimiento de Navarro. Los cerros de Las Tres Cruces, Los Cristales y sus estribaciones, abastecedoras de leña por siglos, eran solo mortiñales, y la parte plana o valle se vestía de pastos, guayabos, palmeras y ciénagas. Abundaban bandadas de cloclíes, garzas, iguazas, gallitos de ciénaga, gallinazos, garrapateros, palomas y otras variedades de aves. La ciudad se comunicaba al Norte y Occidente a través de dos puentes que cruzaban el río Cali, el Puente Ortíz en la calle 12 cuya nueva estructura adelanto el franciscano Fray José Ignacio Ortíz y posteriormente por el Puente de Santa Rosa, salida al mar por el camino del salado y la vega del río Anchicayá para llegar a Buenaventura.
Algunas de las estructuras que aun conservamos de aquella época de crecimiento son en su orden cronológico:
Santiago de Cali, como centro de comercio, cruce de caminos y posada de viajeros estaba rodeada de mangas, potreros y ejidos o terrenos comunales que la Corona Española había destinado a pastaje de semovientes y cultivo de pobres. Allí pacían los ganados que la proveían con carne y leche, también era la morada de las bestias utilizadas para transporte local y viaje a las haciendas. Igualmente roznaban bueyes, caballos y mulas de las recuas que acarreaban maderas, mercancías y víveres. La principal actividad económica era la ganadería y el suministro de azúcar, carne, panela, quesos y víveres a las poblaciones del Chocó y Minas de Oro de la costa del Mar de Balboa u Océano Pacífico. Ya se iniciaba una pequeña industrialización.
El casco urbano no era densamente poblado, se extendía desde el pie de la colina de San Antonio a la calle 24 y de la márgen derecha del río al camellón que conducía al corregimiento de Navarro. Los cerros de Las Tres Cruces, Los Cristales y sus estribaciones, abastecedoras de leña por siglos, eran solo mortiñales, y la parte plana o valle se vestía de pastos, guayabos, palmeras y ciénagas. Abundaban bandadas de cloclíes, garzas, iguazas, gallitos de ciénaga, gallinazos, garrapateros, palomas y otras variedades de aves. La ciudad se comunicaba al Norte y Occidente a través de dos puentes que cruzaban el río Cali, el Puente Ortíz en la calle 12 cuya nueva estructura adelanto el franciscano Fray José Ignacio Ortíz y posteriormente por el Puente de Santa Rosa, salida al mar por el camino del salado y la vega del río Anchicayá para llegar a Buenaventura.
Algunas de las estructuras que aun conservamos de aquella época de crecimiento son en su orden cronológico:
- La Iglesia convento de la Merced (restaurados en 1688).
- La Capilla de San Antonio (1647).
- Parte del Templo de San Pedro (siglo XVII y ampliado en 1733), hoy catedral Metropolitana.
- La Casa de La Hacienda de Cañasgordas (siglo XVIII).
- La Torre Mudéjar (segunda mitad del siglo XVIII).
- El Convento de Misiones de San Joaquín de Cali (segunda mitad del siglo XVIII).
- El Templo de San Francisco (construido por Fr.Pedro Herrera entre 1803 y 1827).